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Daniel Nadir, alumno de Nivel 2
- 18 junio, 2014
- Creado por: esmaca
- Categoría: Testimonios

Recuerdo aquel día en que mientras almorzábamos Debby me contaba con emoción sobre un hotel bastante peculiar donde los huéspedes, además de compartir el espacio, cocinaban todos juntos y seguían un estilo de vida más consciente, más humano, macrobiótico.
Esto no fue una mera coincidencia, hacía ya un tiempo que comenzamos a cambiar nuestros hábitos en la alimentación y nos sentíamos mucho mejor. Si a esto le sumamos mi pasión por la cocina y mi curiosidad, me pareció una fabulosa idea. Así que planificamos ir por unos días. Era finales de abril cuando llegamos a “Cuisine et Santé” un pequeño hotel entre los verdes y preciosos paisajes franceses cerca de Toulouse. Pasamos unos días bastante relajados pero con mucha información nueva que asimilar. En ese lugar descubrimos las bondades de la macrobiótica, donde sigue vivo el espíritu y la palabra de Georges Ohsawa, pero donde sorprendentemente no hay lugar para otras visiones.
Cuando nos marchamos de allí sentí que comenzaba mi exploración en el camino de la macrobiótica, por lo que me aprovisioné de algunos libros de Ohsawa. Tras varios meses siguiendo la macrobiótica con bastante rigidez, quizás necesaria en ese entonces o quizás porque era la manera en que aprendí, me di cuenta que no era capaz de explicar ni expresar porque seguir esta filosofía, me faltaba comprender algo que los libros no me podían dar, la experiencia.
Decidí buscar un lugar donde buscarla y el destino me puso a ESMACA en el camino. Tome el intensivo del primer nivel, y ¿qué os puedo decir? Como su nombre indica, fue intenso, 15 días donde junto a un grupo tan diverso y maravilloso (desde una médica a un chef de los Alpes franceses, pasando por una compañera embarazada a punto de parir.) Compartí lo que Michio Kushi llama el “Milagro de la macrobiótica”. Fue fascinante ver y experimentar en tan corto tiempo cambios tan inmediatos.
Gracias a las enseñanzas de Dani, Joana e Irene, de repente se me abrieron los ojos, descubrí nuevos horizontes, comencé a comprender el sentido de la macrobiótica.
No se trata sólo de los alimentos, va mucho más allá, existen también las emociones, los colores, las sensaciones, y sobretodo hay que ponerle mucho amor y alegría, ser muy consciente de uno mismo y de su entorno.
Fue una experiencia que me cambió la vida por completo. Si “Cuisine et Santé” me enseño el sendero, “Esmaca” me lo iluminó.
Mañana no se que me espera, hoy por hoy estoy muy contento cursando el segundo nivel.
Daniel Nadir.