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¿Os acordáis cuando de pequeños nuestras madres nos esperaban con el bocadillo al salir del colegio para comerlo en el parque o de camino a casa? Se trataba de una comida muy importante, puesto que nos servía para reponer fuerzas. Incluso algunas madres hacían de esa comida la cena y permitían a sus hijos acostarse con el estómago vacío, una práctica muy saludable que deberíamos llevar a cabo también los adultos.
Con el ritmo de vida que llevamos, la merienda se convierte en una práctica necesaria también para nosotros. Pero, ¿cómo podemos hacer una merienda saludable? Desde Esmaca te damos algunos consejos para que puedas incorporar esta comida a tu día a día sin perder el equilibrio en tu alimentación:
Evita la bollería: Sobre todo si tienes sobrepeso, enfermedades de la piel, colesterol o estreñimiento. Las harinas refinadas y horneadas producen sequedad en el cuerpo y hacen daño a los intestinos y el hígado. Opta por los dulces y pasteles hechos con harinas sin refinar o con cereales como el mijo o el arroz.
Usa alimentos grasos que no engorden: Si llega la tarde y ya no puedes más, necesitas un aporte extra de energía que te ofrecerán las semillas y algunos frutos secos (siempre en pequeñas cantidades). Prueba a tostar semillas de girasol, calabaza o sésamo y añádeles unas almendras.
Cambia el azúcar por endulzantes naturales: Sobre las cinco de la tarde nuestro cuerpo experimenta una bajada de azúcar y nos entran ganas de comer algo dulce, pero tomar alimentos azucarados sólo conseguirá desestabilizarnos. Prueba con endulzantes como la melaza de arroz, cebada o maíz o prepara deliciosos postres con fruta.